Siempre que hay encuentros con serpientes no suelo ser yo quien las vea salvo cuando voy solo, así que me imagino que en multitud de ocasiones me habrán pasado por el lado y ni las he visto. La culebra de herradura la había visto varias veces atropellada cerca de la algaida, pero viva y en libertad nunca la había visto. Si bien se trataba de un pequeño ejemplar, largo como un culebrón, su anchura no era ni mucho menos notable. Tal como apareció desapareció escondiéndose bajo una gran roca de esas que ni te planteas intentar levantar.
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