Aunque intenten llamarlo Punta de los Saboneses, todo el mundo lo llama el final de los toruños, y es un final porque el camino termina aunque quede Puerto Real a dos pasos separado tan solo por el Río San Pedro. En este lugar, separado a su vez de la playa por otro caño, que queda totalmente aislado se juntan grupos numerosos de aves ya que el acceso a pie está bastante limitado. Soportando el frío y la humedad las aves esconden la cabeza bajo el plumaje quedando algunas irreconocibles al no poder vérsele el pico. Charranes de distintas especies, agujas y ostreros descansan tranquilamente en este lugar mientras algunos típicos charranes patinegros salen a pescar en el mar que ahora se encuentra tranquilo y con poco oleaje.
Carta a las máximas autoridades del Gobierno de España y de la gestión del
río Guadalquivir
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Pedimos una moratoria de los nuevos vertidos y el nombramiento de una
comisión de expertos/as independientes que analice en detalle las posibles
consecue...
Hace 2 días
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