Es muy habitual que en las lindes ribereñas las mañanas aparezcan cubiertas de niebla generando un paisaje muy diferente al habitual en otras zonas donde la escasa visibilidad borra casi todo el paisaje. Por no ver no vemos casi ni el río, ni por supuesto Doñana. Pero los grandes pájaros no pueden escapar de la vista como es el caso del cormorán que ocupa muchos de los pivotes de madera que hay en el río. La niebla dura lo que dura, se despeja y finalmente podemos ver todo lo que hay con todo detalle pasando de un paisaje en blanco y negro al color.
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