Este otoño empieza a notarse justamente cuando está llegando a su final, cuando los árboles deberían estar pelados es cuando empiezan a amarillear y dejar su alfombra de colores en el suelo. En Las Alpujarras conviven dos ecosistemas separados por una gran diferencia de altura; un desierto en la parte alta, con alta insolación donde no se encuentran más árboles que los cultivados y en la parte baja del barranco las condiciones son muy diferentes ya que llega menos luz, se mantiene más humedad y si pasa un río no puede ser más diferente el paisaje. En el otoño, gracias a las bondades del clima florecen algunas especies herbáceas que colorean el paisaje marrón-amarillo de la caída de la hoja.
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Hace 1 día
1 comentario:
Qué bonito, me encantaría visitarlo algún día.
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