Después de dar la vuelta a una charca de escasa profundidad en las cercanía de Jerez, observar una garza real y escuchar cantar a las ranas divisé entre la vegetación y a contraluz una silueta de algún tipo de garza que se encontraba totalmente confiada y quieta pensando que nada ni nadie podría verla en su refugio. A pesar de que di dos o tres vueltas buscando evitar el contraluz el ave ni se movió, y aunque a primera vista parecía una garza con el cuello recogido el rayado del cuello no dejaba lugar a la duda, se trataba de una garcilla cangrejera, un ave escasa y rara en nuestra zona que suelo observar casi todos los años aunque nunca he visto más de dos ejemplares juntos. En este caso solo había uno que se encontraba muy tranquilo ya que el lugar está muy poco transitado.
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