Era el último día y la hora de la siesta, aunque estaba cansado y me hubiera ido también había que aprovechar el privilegio de poder andar libremente por el parque y darme un paseo por los alrededores de la casa hasta La Raña, lugar en el que está terminante prohibido transitar a pie. Aquello estaba lleno de abejarucos y alcaudones, pero al entrar por el olivar escuché un silbido y vi volando un ave de gran tamaño a baja altura y cirniéndose continuamente, era como no un águila culebrera, águila inconfundible y más cuando te pasa por encima a poca distancia, esa tarde no descansé pero disfrute hasta el último momento de la estancia en el Parque Nacional de Cabañeros.
Cruces en el paisaje
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La Semana Santa es sin duda el mejor momento para admirar y contemplar, en
las calles y en los templos, el rico patrimonio artístico de nuestras
hermandade...
Hace 16 horas
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