En otoño los mirlos se dejan ver con todo el descaro del mundo en los jardines, como suele ocurrir con las aves sus movimientos dependen de donde ande la comida. Y claro, en otoño llueve, entra humedad, se activan las babosas, las lombrices están a la orden del día y claro, los mirlos lo saben y por eso es fácil verlos picoteando el suelo de aquellos lugares con césped.
El Castillo de Berroquejo.Un sobreviviente de las luchas de frontera.
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A mitad de camino entre Jerez y Medina, la autopista -y la antigua
carretera, reutilizada como vía de servicio- ciñe los pies de un mogote de
roca caliza s...
Hace 1 hora

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