Tras el arduo montaje de cientos de trampas tuvimos que ponerlas en los sitios preparados para ello, una zona de raña con arbolado disperso, otra zona al pie de monte y una zona de ladera, estas dos ultimas con mucha vegetación y separando las cajas entre zonas cercadas y no cercadas. La actividad de los ratones de campo es nocturna, por lo que las trampas se colocan por la tarde hasta la caida del sol, que en otoño esto ocurre muy temprano y tras la comida quedan apenas dos horas de sol que se pasan muy rápido. Cada trampa lleva en su interior un trozo de algodón y cebo para atraer a los ratones, el algodón es un aislante térmico para evitar que los ratones mueran de frío dentro, pero aun así algunos no resisten la larga y fría noche de cabañeros.
La comprobación de las trampas debe hacerse al amanecer, que es cuando termina su actividad y así liberar cuanto antes a los que han caido en la trampa. Los ratones se sacan de la trampa con una bolsa de plástico para evitar que se escapen y para su manipulación posterior se agarran por las orejas para evitar que muerdan. Se pesan, se comprueba el sexo y madurez sexual y se recogen los excrementos que haya en la trampa. El sexo es fácil de diferenciar y es muy similar a los gatos, los machos tiene grandes testículos llamativos y proporcionalmente mucho más grandes que el pene, apenas perceptible, las hembras presentan el conducto vaginal muy cerca del conducto rectal mientras que en los machos el conducto rectal y el escroto están separados por los testículos. Los excrementos nos servirán como medida del estrés producido por la situación. De estos análisis se deduce que en el mes de noviembre la pòblación de ratones (tanto de monte como morunos) se encuentra en plena reproducción y los ratones morunos son mucho más abundantes que los de monte de los que tan solo capturamos un ejemplar. Finalmente se retiran todas las trampas que proximamente se colocarán en una nueva ubicación.
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