Al final del verano la laguna se encontraba totalmente seca y las carpas que la invadieron absolutamente muertas. Esta circunstancia pronosticaba que la laguna volvería a llenarse de patos pero no sabía hasta que punto podía ocurrir esto. Mientras paseaba por el camino me detuve a observar un grupo de flamencos que estaban en la laguna, entonces fue cuando una nube de patos cuchara ensombrenció el cielo llenándolo de aves además del espectacular sonido del batir de alas. Impresionante escena, inolvidable, digna de aquellos documentales de Felix Rodríguez de la Fuente, un momento mágico a tan solo unos pocos kilómetros de casa, y es que tal nube de patos no se ve ni en Doñana ni en Daimiel.
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