Del Roque de los muchachos a Tijarafe

Dice en las guías turísticas que en La Palma hay más de 1000 Km en senderos, no se si la cifra estará exagerada pero si que es verdad que teniendo en cuenta lo irregular del terreno los pueblo se comunican mejor por senderos que por carreteras que en muchos casos son casi imposible hacer teniendo que dar grandes rodeos para ir de un pueblo a otro en carretera. Así que por andar en esta isla nunca nos va a faltar sitio, hay muchísimos senderos, uno de ellos es el que va desde el Roque de los Muchachos a Tijarafe, un pueblo colocado en la vertiente oeste hacia el norte de la isla. El motivo de este paseo era aprovechar el día y llegar hasta Tijarafe donde nos esperaba una comilona de arruí en casa de Eduardo, uno de los guardas del parque que estaba siempre acompañándonos durante nuestras largas jornadas de trabajo.

Paseando por esos estrechos caminos al borde del barranco que ciertamente daba un poco de miedo, una última mirada hacia la Caldera nos dejaba ver al fondo el ommnipresente Teide escondiéndese entre los riscos de las cumbres y las nubes, aun nos quedaba un largo camino y para amenizarlo nos enseñaron una de las joyas del parque, la población original y las réplicas de la Bencomia exstipulata que pudimos contemplar en vivo y en directo después de escuchar su nombre repetidamente por el director del parque, no decepcionó la parada.. Nuestro guía decide tomar un atajo y nos desviamos del camino principal una vez entrado ya en el pinar, el pinar con la niebla es realmente espectacular, aunque eso si, al no haber sendero las caidas sobre la pinocha y los resbalones son contínuos, cuando conseguimos salir del atajo nos encontramos un camino bastante más en condiciones y empezamos a pasar por zonas de cultivos, algunas en uso y otras abandonadas, así vamos cogiendo almendras y racimos de uvas que son frecuentes durante un tramo del camino. Después de muchas horas llegamos a Tijarafe, y desde allí vemos el atardecer con el mar de fondo, una mezcla de colores entre rojo, azul, amarillo y blanco sobre las nubes que generan una mezcla espectacular que ni siquiera los cables que aparecen en la foto pueden estropear...