El dióxido de carbono, el famoso CO2, es una sustancia de origen natural, imprescindible en el ciclo de nuestro planeta que se produce y se elimina a través de los seres vivos y forma parte en un pequeñísimo porcentaje de nuestra atmósfera. No es nada tóxico y además de las fuentes vivas naturales también se emana CO2 a través de la actividad volcánica o los incendios forestales. El desarrollo y el pogrezo de la humanidad ha hecho que este procentaje haya aumentado gracias a las emisiones artificiales mediante la combustión de combustibles fósiles como el petróleo o el gas para la obtención de energía, algo que en los últimos años se ha dado mucho a conocer ya que es un gas de efecto invernadero y de seguir elevándose la concentración en la atmósfera se produciría un calentamiento global (o también podría producirse un enfriamiento global tras un repentino calentamiento como en otras épocas ya ocurrió).
Esta circunstancia ha hecho que exista una conciencia sobre la necesidad de reducir las emisiones de este gas para evitar efectos adversos en nuestro clima y evitar el cambio climático (algo inevitable pues el clima es algo en continua evolución y ha cambiado en numerosas ocasiones durante la historia de la tierra sin nuestra modesta intervención). Son muchas las soluciones que se plantean para reducir estas emisiones que van desde la propia reducción del consumo y aumento de la eficiencia energética al uso de energías que no emitan CO2 como son las renovables y como no, las nucleares.
Este es uno de los principales argumentos esgrimidos por los pronucleares, que las nucleares no emiten CO2 y por tanto es la energía más limpia, a esto hay que aclarar que el CO2 no es mierda ni contaminación, es un componente natural e imprscindible en nuestro planeta que en el caso de haber un exceso puede eliminarse a corto plazo y de forma barata mediante agentes naturales entre los que destacan los bosques y los oceános. Nosotros echamos CO2 al medio al respirar, nuestros coches echan CO2 al circular y nadie se plantea renunciar al coche aunque intentan meternos engaños como el del coche eléctrico que supuestamente no emite CO2 in situ pero si la fuente que utilizamos para producir esa energía eléctrica produce CO2, el coche electrico lo hará indirectamente.
La suciedad de las emisiones en realidad no está en el CO2 sino en todo aquello que se arrastra en la combustión del gas o del petróleo pues pueden emitir partículas en suspensión de metales pesados, óxidos de nitrógeno o de azufre a los cuáles si podemos referirnos estrictamente como contaminantes.
En resumen, el CO2 no puede considerarse un contaminante, sin bien su exceso no es bueno (como en todo, con este criterio absurdo tendríamos que decir que el mar muerto está contaminado por sal marina, cosa que evidentemente no es cierto) y logicamente hemos de hacer lo posible por emitir lo menos posible y en el caso de ser necesario utilizar los combustibles de mejor calidad y que menos sustancias verdaderamente contaminantes emitan. Decir que la nuclear es la energía más limpia cuando deja unos residuos que no existen de manera natural en nuestro planeta y que permanecerán activos durante miles de años es simplemente mentir deliberadamente, para limpias ahi tenemos las energías renovables que ni gastan combustible ni generan residuos de manera continua (unicamente la instalación cuando deja de funcionar) a diferencia del resto de las energías que de una forma u otra nos van dejando sus residuos continuamente.
2 comentarios:
es progreso no progrezoo jajajaja !!!
Entiendase lo de pogrezo como una ironía de quienes lo dicen continuamente en los medios...
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