domingo, enero 08, 2023

La Doñana ("seca") del siglo XXI


El pasado martes se realizó una visita para conocer parte del entorno de Doñana guiada por Juan Cuesta y Juan Romero de Ecologistas en Acción y las medidas para recuperar parte de las zonas inundadas recuperando el Guadiamar y caños asociados a este espacio así como algunos de los despropósitos acontecidos recientemente en la zona. Durante los siglos XIX y XX se han desecado cientos de miles de hectáreas de marismas en la zona con el fin de ganar espacio para cultivar, inicialmente cultivos de inundación como es el caso del arroz.
La imagen habitual de Doñana suelen ser los bandos de flamencos en lagunas extensas y someras donde pueden alimentarse miles de aves, una imagen que fue la más habitual en el pasado pero que las políticas de conservación del regadío (que no del Parque Nacional en sí) han cambiado radicalmente hasta generar un cambio radical en el que los brazos están secos, la llanura no se inunda y los ríos están rodeados de muros que impiden que se desborden inundando estas zonas llanas.

El impacto de la agricultura es notable, pero no lo es menos el de la ganadería que en determinadas zonas impide la regeneración de las zonas puesto que se comen los brotes de toda planta incluidas las leñosas. En la imagen de al lado vemos como la zona del Caño del Guadiamar que está vallada está provista de vegetación mientras que la colindante no lo está. El Caño del Guadiamar está cortado y el agua no corre por su cauce lo que está provocando su colmatación y el aumento de vegetación en su cauce.
Cuando se deseca un terreno se espera que se pongan cultivos que necesiten mucha humedad ya que a pesar de la desecación el terreno mantendrá una humedad notable aunque no esté ya encharcado. Si bien las marismas del Guadalquivir son conocidas por el cultivo de arroz (cultivo que precisa ciertos niveles de inundación) actualmente se están drenando los terrenos para eliminar la salinidad y permitir cultivos de secano como el olivo o el almendro.
 Todo un despropósito absolutamente inexplicable que podemos apreciar en los tubitos que vierten agua al canal. En Doñana se trabaja intensamente en la protección y conservación del regadío, aumentando las hectáreas constantemente de manera que cada vez se destinan más recursos hídricos al regadío que se detraen de las necesidades del medio ambiente  no faltando agua en realidad sino faltando dónde debería estar en realidad que es inundando el paisaje por desbordamiento de ríos y caños que pueden aportar anualmente al territorio tanto como un embalse de tamaño mediano. A pesar de culpar continuamente al clima, no es este el responsable de la actual situación de Doñana sino la mano del ser humano que lo que ha hecho es cambiar el agua de sitio. ¿Dónde está el agua ahora mismo?
A la derecha se aprecia una elevación en el terreno que es claramente artificial y se trata de una gran balsa de agua para el regadío con capacidad para 8 hectómetros cúbicos, el equivalente a la mitad del embalse de Arcos de la Frontera. No es la única balsa y podemos encontrar más destacando otra balsa más pequeña pero que comparada con las habituales sigue resultando extraordinariamente grande.
Estas balsas se llenan por bombeo (lo que conlleva gasto eléctrico) de manera que se quitan del territorio para ser acumuladas para el riego, estas balsas tienen una salida que una vez llena se vierten al canal más cercano de manera que en las épocas más secas se pueda aprovechar el excedente de agua especialmente en las épocas más secas. Estas grandes balsas, debido a su gran superficie deben de tener importantes pérdidas por evaporación durante el verano por lo que no parecen especialmente "sostenibles".
El resto del agua circula por los canales y el fín de todos ellos es evacuar el agua de las corrientes naturales hacia el Guadalquivir para mantener las tierras relativamente secas y mantener todo este entramado agrícola de Doñana y su entorno satisfaciendo la demanda de agua que requiere la agricultura. Es un secreto a voces que no hay ni habrá agua para todos los regadíos que se pretenden implantar y desgraciadamente este parque empieza a parecerse muchísimo a Las Tablas de Daimiel cuya situación parece ya irreversible.


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