Los Cahorros es un paraje conformado en torno al Río Monachil caracterizado por unos interesantes cañones y barrancos en la roca caliza. De este paisaje es muy conocido, y espectacular, el puente colgante sobre el Río Monachil, de 63 metros largo que se balancea continuamente a nuestro paso. Es como los ascensores, no puede pasar mucha gente a la vez por si acaso. Se construyó hace casi cien años aunque fue arreglado en los años 70 añadiendo los elementos metálicos de los que carecía hasta entonces.
El recorrido, que tiene unos 8 Km de largo y (ida y vuelta) resulta extremadamente variado para su escasa longitud pues incluye además los puentes colgantes casacadas, cuevas y pasos muy estrechos en los que hay que agarrarse a las paredes o pasar a cuatro patas ya que la roca no deja más espacio, Cuando hay poca agua puede irse por el cauce, pero cuando el agua es abundante y corre no hay mas remedio que ir a gatas. Una vez pasado este pequeño suplicio llegamos a una zona más abierta con abundante vegetación y rodeada de paredones calizos, una imagen que no veremos en altas cumbres ya que en esos picos la roca es silícea. Este paisaje recuerda más a lugares como la Sierra de Grazalema o Cazorla. En estos cañones domina la umbría, lo que permite otro tipo de vegetación adaptada a lugares húmedos y umbríos. Aunque no vi ninguna planta carnívora del género Pinguicola, es posible que pueda encontrarse por esta zona.
Numerosas pequeñas cascadas pueden verse por todo el recorrido de manera que el sonido, el murmullo del agua, nos acompaña todo el rato. La palabra "cahorro" significa "surcos empinados y escabrosos en las laderas de los cerros", y desde luego la zona no puede ser más abrupta de lo que es. Pero aquí no termina todo, tras estos paisajes, un paisaje casi tropical desde el puente, un paisaje calizo de paredones naranjas aun nos queda un paisaje más que observar.
Y es el espartal, laderas calizas completamente cubiertas de esta típica planta tan usada por el hombre allá donde crece. Paisajes como este podemos encontrar en las lagunas de ruidera o en el sureste de la comunidad de Madrid, un árido paisaje que en primavera se cubre de numerosas especies botánicas que convierten en bellos prados estos aparentemente secos lugares. Volviendo la vista atrás vemos como una marea verde de arbolado nos marca la línea del río Monachil entre la roca caliza, un cañón que aparentemente parece impenetrable y del que acabamos de salir no hace más de unos minutos.
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