martes, junio 19, 2007

Ruta de los Volcanes

Nos vamos al sur de la isla, a Fuencaliente de nuevo, donde vemosl os cultivos de vid en una pendiente junto con las casas, de estas viñas salen los famosos vinos de Teneguía. La parte sur de la isla es una zona de actividad reciente, las últimas erupciones fueron en 1971 y 1940 siendo las últimas de una larga lista de erupciones conocidas desde que el hombre arrivó a la isla. Fuencaliente debe su nombre a una fuente que existía en esa zona antes de la llegada de los europeos a la isla, era una fuente que manaba a unos 40º en un acantilado cerca de la costa, los europeos no tardaron en descubrirlo y con el tiempo se fue haciendo conocido y adquirió fama de fuente milagrosa en Europa, capaz de curar enfermedades venéreas y la lepra. Pero en el año 1677 la tierra comenzó a temblar y al poco tiempo el enorme volcán que vemos había emergido completamente pasando a llamarse Volcán de San Antonio ya que eese era el nombre de la zona en aquella época. Estas coladas vertidas durante la erupción junto con la 1971 que dió lugar al Teneguía echaron hacia atrás la línea del mar, como otras tantas veces hemos visto la naturaleza invanta las cosas antes cque nosotros, en este caso se trata de un relleno natural al mar por la actividad volcánica.

Esta erupción del siglo XVII en su última etapa acabó sepultando la fuente permaneciando desaparecida hasta nuestros días, aunque se comenta que es posible que la hayan acabado encontrando de nuevo ya que ha aparecido un manantial en la zona en la que se supone que estaba ubicada en la fuente. El volcán dispone de un mirador cercano al centro de interpretación de los volcanes desde el que puede observarse el interior del cráter, que como podemos ver se encuentra colonizado por el pino canario.

Siguiendo la ruta nos encontramos un paisaje plagado de cráteres volcánicos, un paisaje que no nos habla del pasado sino del presente puesto que la zona continua teniendo actividad volcánica que de hecho es la zona más activa de las canarias, cosa que pudimos comprobar cuando nos dijeron que metiéramos la manos en unos agujeros donde pudimos sentir el calor de la tierra, tan solo hace 36 años de la última erupción, situación que contrasta con la de la vecina isla La Gomera en la que el hombre nunca vió una erupción porque cuando llegó el hombre la isla era ya inactiva, bordeando algunos de estos cráteres subimos auno donde el viento sopla a una altísima velocidad, tanto que cuesta permanecer de pie tras las rachas de viento, un sitio donde es mejor no hablar porque literalmente las palabras se las leva el viento...

Una vez pasados los volcanes el camino se hace más o menos llano y entramos por lo que fueron los caminos por donde circularon las lavas y coladas de los volcanes hasta llegar al mar, vamos por un camino que según nos contaron lo hicieron en un campo de voluntariado, un paisaje que aunque puede parecer desolador es un espectáculo comtemplar el resultado de la acción del vulcanismo, ver un paisaje completamente negro que se torna de color anaranjado donde inciden los rayos del sol y las pequeñas lomas cubriéndose poco a poco de vegetación

Más adelante ya se puede comtemplar el mar y las olas al fondo junto con una brisa marina que nos refresca del duro camino con una alta insolación, no tenemos ni una nube encima y llevamos ya un par de horas a pleno sol, vemos ya una vegetación más alta, las vinagreras (Rumex lunaria) son capaces de crecer en estos áridos terrenos y dar cobijo a los lagartos tizones, negros como el terreno que se colocan a tomar el sol en las partes más despejadas.

Y al final del camino vemos las salinas de Fuencaliente, una de las salinas más importantes de las Islas Canarias de la hablamos aqui.

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