La oreja de oso es una planta endémica de los Pirineos, relicto del terciario (clima subtropical) que ha sobrevivido hasta nuestros días en un lugar tan gélido como es este gracias a un azúcar especial, la rafinosa, que en el momento de la desecación total de la planta se transforma en sacarosa impidiendo la cristalización y por tanto la muerte de la planta. Este mecanismo es el que he permitido a esta especie sobrevivir a la época de las glaciaciones y pasar de un clima similar al de zonas tropicales a un clima polar y seguir existiendo en la actualidad alternando inviernos muy fríos junto con veranos cálidos.
Es una especie muy abundante que puede observarse fácilmente por todo el parque nacional, especialmente en zonas de rocas donde crece muy bien ya que en estas grietas se acumula una humedad que es vital para esta especie. Aunque su flor se parece mucho a la del borago pertenecen a familias diferentes, siendo la oreja de oso una gesniarácea.
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