De día cuesta fotografiarlas pero de noche es otra cosa y así se puede pillar a esta hembra de libélula emperador (Anax imperator), una de las más grandes que tenemos y más o menos abundante a finales de verano y principio de otoño. Su vuelo es tan potente que de día pueden observarse, se quedan paradas en el aire, capturan insectos y generalmente es casi imposible fotografiarlas. Se encuentra en un retamar, un espacio sin gota de agua dulce y es que si bien sus larvas son acuáticas, el adulto no tiene más vinculación con el agua que la puesta de huevos o la captura de los numerosos insectos que pululan por los humedales. Una vez alcanzada la madurez pueden ser vistas en los lugares más secos.
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