La Sauceda es uno de esos lugares casi mágicos que encontramos en el Parque Natural de Los Alcornocales que parece casi increible que existan. Nada más entrar dentro de estos canutos de los alcornocales parece que hemos entrado en un mundo de fantasía, en parte por el magnífico bosque y en parte por la cantidad de agua que sale por todas partes después de estos meses de intensa lluvia que han recargado todos los acuíferos y manatiales.
La Sauceda es actualmente un área recreativa con cabañas para alojarse pero no siempre ha sido así, en 1937 las fuerzas armadas sublevadas acabaron con con 4 siglos de historia de este poblado dedicado a la agricultura, la caza, el ganado y el contrabando. Hasta 200 habitantes repartidos en 165 casa llegó a tener el poblado. Ahora tan solo estas ruinas de la iglesia nos recuerdan ese pasado destruido por la fuerza de las armas. Siguiendo el arroyo de La Sauceda continuamos por el sendero que nos conducirá hasta el pico del Aljibe, aquí caminaremos por los canutos de los alcornocales, arroyos encajonados entre dos montañas pasando por un bosque de alcornoques de gran tamaño hasta llegar la cumbre del Aljibe. En la cumbre nos encontramos varias sorpresitas, en la imagen de la izquierda nos encontramos al roble melojo (Quercus pyrenaica) que encuentra aquí su distribución más meriodional. Además encontramos al atrapamoscas (Drosophyllum lusitanicum), una de las pcoas especies de plantas carnívoras que encontramos en la península ibérica, junto a ella encontramos varias especies de brezos y jaras que conforman la vegetación de las herrizas, terrenos de solana en las cumbres muy pobres en nutrientes que albergan esta vegetación baja y varias especies interesantes de flora que no hallaremos en otros lugares. En la cumbre encontramos la pilita de la reina donde se dice que se bañó la reina Isabel, no es una bañera en realidad sino una tumba antropomórfica de culturas muy antigüas que habitaron los alcornocales como las que encontramos en el Tajo de las Figuras.
Bajando la cumbre una pradera de Robledilla o Roble enano (Quercus lusitanica) nos acompañará hasta la llegada al Picacho, desde aquí casi todo el camino es cuesta abajo con alguna que otra subida y bajada pequeña, durante el camino encontramos un interesante rodal de acebos (Ilex aquifolium), muchos madroños aislados (Arbutus unedo) y muchísimos Ojaranzos (Rhododendron ponticum ssp. baeticum) en las gargantas y canutos que atravesaremos por el camino.
Un pequeño desvío en nuestra senda nos permite subir a la cumbre de El Picacho, desde la cual se tienen unas vistas impresionantes de la sierra y de la campiña. En esta cumbre varios bruites nos sobrevuelan a poca distancia y curioso acompañante hace acto de aparición en la escena, aparentemente por tamaño una gran rapaz resulta ser un cuervo que sobrevuela la zona. La vista de la Sierra de la Cabra nos llama poderosamente la atención, un macizo calizo que rompe la estética mayoritaria de las areniscas del Aljibe y todo el parque de los alcornocales. Desde la cumbre del picacho se divisa también la laguna de El Picacho, rebosante de agua y vida como un oasis en medio de estas tierras secas mediterráneas en las que nos encontramos. En un rato hemos llegado al área recreativa del Picacho donde termina nuestro recorrido, hemos recorrido un área de reserva por lo que tenemos que tener especial cuidado y no olvidarnos de solicitar el correspondiente permiso para hacer esta travesía.
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