No es la mantis religiosa que nos encontramos habitualmente en nuestros pinares ni la Sphrodomantis viridis que resulta igual de abundante sino de la Iris oratoria, una mantis que como todas se mimetiza bien en el terreno y que se caracteriza por dos detalles; el primero, que es el más fácil de ver, es que el ala no alcanza el final del abdomen cuando son adultos y el segundo son dos marcados puntos en la cabeza, que forma un triángulo isósceles. Se encontraba en una retama amarilla, una planta que suele atraer a numerosos de insectos, de los cuáles se puede alimentar.
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