Villar del Río era el nombre del pueblo que interpretaba este pueblo en la célebre película de Berlanga, un pueblo de la España profunda, muy profunda de aquella época en la que la gente no tenía nada, ni siquiera lo mínimo necesario e imprescindible y la llegada del Plan Marshall ilusionó a toda una comarca, así pues toidos los pueblos de la zona comenzaron a engalanarse para deslumbrar a los americanos, aquellos hombre bienvenido que traerían el "pogreso" a la comarca. En la película se trataba de un pueblo castellano, que si bien Madrid en aquella época pertenecía a Castilla la vieja en la película se eliminan todas las vistas de la sierra de Guadarrama para dar la visión de un pueblo situado en plena llanura. Como si de los reyes magos se tratase incluso preparan una lista de lo que van a pedir y llegan a soñar con ello. Sin embargo, después de vestirse de andaluces y contratar a una folclórica los americanos pasan de largo terminando con las ilusiones de los vecinos, la película se cierra con una escena censurada en su momento en la que el agua se lleva una bandera estadounidense. Eso es lo que ocurrió en la pelicula allá por los años 50, ahora, en 2009, casi 50 años después nos encontramos que los americanos siguen sin llegar, el ayuntamiento donde el entrañable Pepe Isbert dió el pregón como alcalde se restauró en 1991 , sin embargo las edificaciones vecinas con los techos hundidos y con aspecto de caerse parecen no haber tenido ninguna reforma en este tiempo, no son las únicas edificaciones en ruinas que hay en la ciudad, el pueblo ha crecido como otros tantos de la comunidad de Madrid, a fuerza de urbanizaciones residenciales que han roto la fisonomía original del pueblo y ampliado la superficie urbana notablemente y lo que es peor, a escasos metros del pueblo se encuentra la Casa del Gran Marrano que todos los jueves por la noche se llena de gente a recibir al expulsado. Para los amantes de la naturaleza existen numerosos recorridos en el entorno del pueblo tanto por dehesas, montaña o embalses que nos pueden hacer pasar un buen día, o en esta época otoñal darnos un buen atracón de bellotas en los encinares que rodean al pueblo.
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