Buscando una taberna en Cortes Pereiras pudimos contemplar una puesta de sol sobre unos pinares entre estas pequeñas aldeas, pequeños pueblos blancos en el Valle del Guadiana. Es una zona en la que apenas encontramos bares o restaurantes, nada turístico y ahí es donde reside el encanto de este lugar precisamente. Hasta Alcoutim no encontramos nada parecido a lo que estamos acostumbrados, pero al fin y al cabo, ¿para que viajamos? ¿para ver y hacer lo mismo que en nuestra ciudad?. En mi caso ese es no el fin de un viaje sino todo lo contrario y ciertamente acabar en esta zona fue todo un acierto. La amabilidad de la gente es increíble y son gente muy sencilla. Merece la pena salirse de la rutas turísticas y descubrir otras zonas.
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