Un gigantesco ecucalipto se destaca en el paisaje de la campiña. Bueno, igual no es tan gigantesco, pero al ser el único en esas alomadas llanuras que nos conducen hasta Jerez de la Fra. quizás parezca más grande de lo que es. En estos campos se alterna el trigo con el girasol, unos años uno más que el otro según lo subvencione la Unión Europea que hasta en eso nos influye. Aguiluchos cenizos sobrevuelan estos campos, busardos ratoneros que dejan oir el peculiar chillido de las rapaces o los flamencos en las lagunas cercanas que comparten con centenares de patos. Cortijos, viñas abandonadas, alcaparras, el ladrido de los perros acompañan durante el camino, un camino sinuoso que rodea el magnífico complejo de lagunas, cinco en total, donde las aves se refugian aunque ahora comienzan a secarse con la llegada del verano. Y las ranas, que sin saber donde se meten cuando no queda agua jamás faltan a su cita primaveral ni al canto del atardecer. Y a todo esto, no hemos salido de El Puerto. Quien no conozca esta parte de nuestro municipio que no tarde mucho en hacerlo, merece la pena.
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