Uno de los mayores problemas ambientales que tiene Galicia es el eucalipto. No son bosques sino plantaciones forestales que han desplazado a las especies autóctonas como el roble y ni siquiera en los espacies naturales, como en las Fragas do Eume, más afamados falta el eucalipto. Básicamente es una cerilla y se incendia con mucha más facilidad que el arbolado autóctono por lo que en toda la cornisa norte, paradójicamente, hay más incendio que en la España mediterránea. No es solo el impacto visual que tiene sobre el monte, la capacidad de absorber agua o la pérdida de biodiversidad sino lo que viene tras la tala, que es la el trasporte (por pistas forestales) y su posterior conversión en papel o celulosa en una contaminante fábrica papelera. Los impactos ecológicos no se quedan en un único lugar sino que provocan una reacción en cadena que afecta a diversas comunidades.
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