Un vistazo a la raña de Cabañeros nos revela miles de ciervos pastando por estas dehesas cual rebaño de ovejas o cabras se tratase. No siempre hubo tantos ciervos en esta zona cuando en relatos antiguos se citaban todos y cada uno de los encuentros que tenían con estos simpáticos animales. Tampoco la raña ha sido siempre así sino que anteriormente era una masa espesa de vegetación posiblemente impenetrable como buen monte mediterráneo. Hace varias décadas aun había lobos que mantenían a raya a estos y otros herbívoros.
Paseando por la raña en los vehículos todoterreno podemos ver con toda la facilidad y naturalidad a estos animales cuyo hábitat habitual en la mayor parte de la península son los bosques, en los que se refugian y pasan más desapercibidos que en estos despejados terrenos. Por un lado podemos ver a los machos y por otro a hembras y juveniles, aunque también hay grupos familiares en los que el macho se planta delante dejando pasar al resto y corriendo en último lugar.
El momento más buscado por aquellos que acuden a la berrea es el de los duelos, cuando los ciervos se baten en lucha para medir sus fuerzas y así conseguir su trofeo que en este caso son las hembras a las que fecundarán y transmitir sus genes. Normalmente es el ciervo más grande el que gana y se reproduce, pero los cazadores cazan los ciervos más grandes para llevarse el trofeo de la vergüenza impidiendo que otras personas puedan disfrutar de estos momentos y que los ejemplares mejor dotados puedan reproducirse.
De momento en la raña no se caza, pero desgraciadamente se están abriendo zonas del parque para monterías privadas cuyo único fin son estos trofeos y el "placer" de matar por matar creando un peligroso precedente. Los ciervos de la imagen son dos jóvenes que se están iniciando en el ritual de la lucha, más que pelea es un entrenamiento para cuando llegue el momento de la lucha de verdad. Momentos llenos de fuerza que junto con los berridos nos recuerdan que estos montes están llenos de vida.
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