Al caer la tarde muchas aves se relajan y se quedan quietas, siempre vigilantes pero tranquilas. El zarapito gracias a su color pardo y los tonos que da la luz del atardecer hacen que pasen desapercibidos ante los almajos que cubren los muretes de las salinas. A pesar de aparente tranquilidad no intenten acercarse pues saldrá volando ya que siempre está ojo avizor a pesar de la protección que le da el fango y su camuflaje.
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