Riópar Viejo, no somos nadie...

Riópar Viejo ha sido un asentamiento humano desde la Edad del Bronce, lugo por los romanos, los visigodos, los árabes...etc. Sin embargo en 1722 comienza a ir perdidendo población, el motivo es la instalación de las Reales fábricas de bronce en un punto cercano, la importancia de estas fábricas, autorizadas por Carlos III, es tal que se crea un núcleo alrededor de la fábrica que llegó a conocerse como Fábricas de Riópar, en su mejor época llegó a dar trabajo a más de 300 personas, el motivo de instalarlas aquí fue la proximidad de las minas de calamina, un mineral que contiene Cinc que aleado con con cobre da lugar al latón y con estaño al bronce. En una época en la que los desplazamientos no eran como en la actualidad ocurriío que la localización de la fábrica provocó el crecimiento del núcleo alrededor vaciando a Riópar Viejo. En la actualidad el núcleo de población está en Riópar, donde se ubicaban las fábricas que hoy son un museo ya que cerraron sus puertas en 1996 tras varios intentos de reflote de la fábrica que no tuvieron éxito alguno, curiosamente en 1996 también muere el último habitante de Riópar viejo completando el despoblamiento que comenzó en el siglo XVIII. En 2009 cuando llegamos a Riópar Viejo nos encontramos que salvo la iglesia y el castillo, todo es nuevo, es una urbanización de casa rurales una tras otra, un negocio muy abundante en todas estas sierras que cerrada la fábrica vive en parte del turismo generado con las visitas al medio rural y natural, del Riópar viejo solo nos queda una cosa, los muertos, los del cementerio que vemos en la primera imagen y los enterrados en el castillo, que como otros tantos, una vez perdida su función militar se utilizó como cementerio, un cementerio en el que muchos de los enterrados llegaron a los cien años y otros tantos consiguieron llegar a los 80 y 90, todo esto hace ya bastantes décadas, este es un buen lugar, con muertos por todas partes para recordarnos que en realidad no somos nadie.