Aunque iba buscándolos por las playas esta vez me los encontré descansando sobre una gran roca en el agua, pero aunque había muchísimos, apretados los unos contra los otros para no perder calor, también había otras especies con ellos, como los blancos correlimos tridáctilos que siempre los acompañan por las orillas de las playas y el zarapito trinador, mucho mayor y que fue el que marcó la presencia de este numeroso grupo. Los vuelvepiedras aunque pequeños son incansables viajeras que recorren miles y miles de kilómetros todos los años en bandos que necesitan descansar en ciertos puntos antes de continuar el largo viaje.
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