Para la fotografía la única pega de los caballitos del diablo es su tamaño endiabladamente pequeño que en muchos casos dificulta la fotografía, pero al ser malos voladores, a diferencia de las libélulas con las que comparten el orden, fotografiarlos no suele ser un problema, En el entorno de las lagunas, y de la Bahía de Cádiz esta especie es la más habitual ya entrado el otoño pudiendo encontrarse por todo el territorio especialmente cerca de las aguas dulces, pues una vez que han copulado se dedican a poner los huevos en el agua. El macho, siempre más llamativo es el azul y la hembra es la marrón, en la imagen vemos como el macho agarra a la hembra por la cabeza a la vez que en la punta del abdomen se introduce el órgano masculino situado en el extremo contrario del abdomen. Al igual que las libélulas no se soltarán hasta haber depositados los huevos. En los últimos días he podido observar que algunas parejas aparentemente y al menos en lo que concierne a la coloración parecían estar formados por dos machos, aunque lo más probable es que se trate de alguna forma en la que la hembra es idéntica al macho.
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