En la Cavada podemos encontrar esta escena, un molino de río sobre uno de los muchos arroyos que atraviesan el pueblo, el Canónigo, afluente del Miera. Si bien ya no se usan como tales no fueron pocos los molinos en esta zona y como vemos las aguas llevan la suficiente fuerza para poder mover el molino. En estos arroyos con umbría debido a su estrecho cauce y a la abundante vegetación de ribera crecen especies que no crecerían en arroyos soleados.
Una de ellas es el alga roja, Hildenbrandia rivularis, que precisa aguas frías, corriente y umbría como encontramos tras este salto de agua hábilmente aprovechado para instalar un molino. Pasado el molino el río sigue su cauce, y no muchos metros más se encontrará con otro molino de río justo al entrar en el pueblo. Este paisaje de arroyos que vemos aquí se repite en numerosas zonas de Cantabria y de Asturias debido a las condiciones de humedad que se da en la cordillera cantábrica que permiten tener los arroyos con agua la mayor parte del tiempo.