Habitualmente se ven muchos cernícalos en zonas marismeñas y salineras que aprovechan las torretas de la electricidad. Pero esta vez no se trataba del típico cernícalo vulgar que acaba siendo expulsado por la comunidad de limícolas sino de todo un halcón peregrino, caracterizado por su notable bigotera. Con la seguridad de estar en lo más alto de la torreta y gracias a su enorme ojo, necesario para hacer lo que hace en vuelo, se quedó un rato observando al grupo de gente que caminaba por la salina. Y no se fue de la torreta, atalaya metálica con visión privilegiada de todo el entorno.
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